Nuestra infancia empezó truncada. La invasión de Marruecos,
y Mauritania, de nuestras casas y de nuestra tierra fue algo dramático que
marco para siempre nuestras vidas.
El F. Polisario tuvo que declarar una guerra para intentar
recuperar el territorio en la que nuestros padres y hermanos se jugaban la vida
a diario; y a pesar de ello, tuvo la grandeza y altura de miras de asumir la
responsabilidad de escolarizar y alfabetizar a todo un pueblo en medio de la
guerra.
En la foto, este grupo de chicas, son parte de las 30, que
junto a 100 chicos, aterrizamos en Cuba en un día como hoy del año 1986.
Habíamos acabado la Primaria en un colegio, en régimen de internado, en un
campamento de refugiados. Cuando llegamos nos sentiamos como “Alicia en el país
de las maravillas”, me comentaba una compañera hace poco. Nuestro billete no
tenía fecha de vuelta, no al menos hasta completar nuestros estudios.
Fueron muchos años lejos de nuestras familias, 10, 15, y
hasta 20 en algunos casos…. Años de
trabajo, de estudio, de esfuerzo y de lucha constante contra el desarraigo y la
pérdida de nuestra cultura. La “causa” era el cordón umbilical y el estímulo
para dar lo mejor de nosotras y llegar a la meta: un título universitario que
pudiera contribuir a mejorar el futuro común de los saharauis en país libre e
independiente.
Años mas tarde siguieron llegando a Cuba grupos de
estudiantes saharauis, beneficiarios del programa de becas que el gobierno
cubano concedía a los países que entonces se denominaban del "Tercer
Mundo".
En 1989 se graduó el primer grupo numeroso de mujeres
saharauis que habían completado sus estudios en Cuba. Además de los títulos,
estas mujeres habían vuelto con una nueva mentalidad y expectativas de vida que
provocaría una profunda revolución en la sociedad tradicional saharaui. Para
muchos, estas chicas, con su estilo de vida “tan liberal”, han provocado una
fractura en los valores y en la cohesión de la sociedad saharaui sin
precedentes. Ese mismo año, fue el último en el que el F. Polisario envío un grupo
importante de chicas saharauis a estudiar a Cuba…
De aquellas 30 chicas que fueron a estudiar a Cuba aquel
1986, 27 han conseguido títulos
universitarios. Hay varias doctoras, psicólogas, dentistas, ingenieras y
economistas. Todas han trabajado en los campamentos de refugiados saharauis
hasta donde y cuando han podido.
Hoy, a diferencia de Ulises cuyo deseo y aventuras para
volver a Ítaca dieron origen a la épica, nosotras fuimos acogidas por una Ítaca
(Cuba) generosa que nos dio lo mejor que tenia. Y aunque seguimos luchando por
escapar de “cíclopes”, como la ignorancia, el fanatismo, la misoginia y un
cierto desarraigo, nuestro nombre no es “Nadie”, sino “Cubarauis”. Una
experiencia y un rasgo fundamental en nuestra identidad del cual nos sentimos
orgullosas; y por la cual a Cuba, y a aquellos dirigentes del F. Polisario,
visionarios, generosos y desinteresados, que se tomaron nuestra educación muy
en serio, les estaremos eternamente agradecidas.
Lehdía Mohamed Dafa
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