Hay que saludar la nueva iniciativa que estos días remueve
el estancado panorama político saharaui. Un grupo de notables, entre los que
destaca Hach Ahmed Barikala, de larga trayectoria en puestos de responsabilidad y
vínculos familiares de primer orden con las más altas instancias del Frente
Polisario, han hecho un manifiesto y alguna entrevista para presentar su propuesta de un diálogo
para el cambio.
La “Iniciativa” tiene un carácter regeneracionista, pero
adolece de concreción en las medidas que sería necesario adoptar, dejando las
mismas, suponemos, al diálogo ofrecido. Las “rectificaciones urgentes” que se
reclaman para “recuperar las instituciones”, convertidas en “propiedad
privada”, la “mejora de los servicios”, la “reducción de las desigualdades”, la
“transparencia”, la “honestidad”, la “rendición de cuentas”, el relevo generacional”,
el fortalecimiento y la búsqueda de “nuevos apoyos internacionales”, la
recuperación de la “credibilidad de los dirigentes” es una panoplia de ideas
que cualquier saharaui, piense lo que piense, no tendrá inconveniente en
suscribir, incluido el presidente Brahim Gali, como se llega a decir. Sólo falta un pequeño detalle: cómo hacerlo.
Abogar por el pluralismo político, y no como mero
escaparate, es muy necesario. Una prioridad que conviene, cuanto antes,
reconocer legalmente, como forma de integrar y articular políticamente las
diferentes opiniones, y como cauce para confrontar democráticamente distintas estrategias. Saber si esa
articulación del pluralismo se queda dentro de los límites del movimiento que
representa el F. Polisario o es un subconjunto que se intersecciona con el
mismo, será algo que está por ver si la libertad de asociación se respeta y
garantiza.
De momento, habrá que quedar a la espera de conocer si los
promotores de la iniciativa tienen la voluntad y capacidad de desarrollar un
nuevo marco conceptual de análisis que renueve el relato añejo de la marcha saharaui de liberación nacional. Construir mayorías y amplios consensos sobre
la base de la libertad política, el debate y las urnas requiere políticos con
capacidad, sensatez y un curriculum intachable. La edad o el lugar de
residencia, habida cuenta de nuestras fracturas geográficas como pueblo, no
deberían ser las variables principales.
Pasados más de cuarenta años de ocupación, exilio, refugio y
diáspora es obligado, por realismo político y responsabilidad histórica salir
de cualquier noción de esencialismos, desembarazarse de la retórica hueca y
abordar con audacia nuevos escenarios y propuestas que nos permitan ganar la
batalla simbólica de ser el principal actor, el protagonista, de potenciales soluciones del
conflicto, que supongan una nueva etapa en la seguridad regional y mayor
estabilidad en la frontera sur de Europa. Se necesita un liderazgo audaz que
considere los presupuestos de la disputa con Marruecos, un terreno siempre
contingente, y en el que una nueva épica, capaz de combatir en el nivel local y
global, sea capaz de aprovechar las ventanas de oportunidad que se nos ofrezcan
para lograr, paso a paso, alcanzar nuestro objetivo: la soberanía sobre el Sahara
Occidental. Y en el camino, ir adoptando valores sociales sólidos e
irrenunciables como son: la libertad, la igualdad de hombres y mujeres y la
justicia, para un futuro de paz y progreso.
A la espera de la anunciada asamblea constituyente de la Iniciativa Saharaui para el Cambio (ISC) solo cabe desear éxito a sus promotores.
Lehdía Mohamed Dafa
21 noviembre 2017
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