viernes, 17 de octubre de 2014

Mahayuba y todas las mujeres saharauis tienen derecho a disfrutar de su libertad y de su vida


A principio de este mes de octubre varios medios de comunicación se hicieron eco de la noticia de una joven española, de origen saharaui, que estaba retenida contra su voluntad por su familia biológica. Posteriormente una lluvia de declaraciones y titulares, también en las redes sociales, no tardaron en dar cobertura al caso, llegando a crearse la “Plataforma Free Mahyuba”, que recoge firmas y apoyos para la liberación de la joven.
  Ante la avalancha de comentarios de acusaciones, insultos e imprecisiones de algunos compatriotas y no pocos solidarios estos días en las redes sociales, creo que convendría hacer algunas consideraciones :
1º De acuerdo con la Constitución de la RASD que en su artículo 27 dice “La libertad personal está protegida y no se puede negar su ejercicio a nadie, salvo de conformidad con la ley” y en el artículo 28 “La integridad del ser humano es sagrada. Toda persona tiene derecho al honor. Esta prohibido el ejercicio de cualquier tipo de violencia, ya sea física o moral o cualquier tipo de tortura o prejuicio de su dignidad”, con la Declaración Universal de Derechos Humanos, con La Carta de Derechos Humanos Africanos, este es un caso flagrante de violación de Derechos Humanos. Mahayuba es una mujer, mayor de edad, que independientemente de su origen o nacionalidad, parece que sabe perfectamente lo que quiere, porque de no ser así, no habría alertado de su situación de secuestro. Por lo tanto, el enfoque fundamental del caso debería girar en torno a su libertad como persona y los derechos fundamentales que la amparan. No es propiedad de nadie, ni tiene que estar bajo la tutela de ningún hombre. La RASD se ha proclamado un Estado y debe responder como tal, cumpliendo y haciendo cumplir las leyes tanto nacionales como internacionales. Por desgracia hay algunas costumbres y tradiciones que vulneran derechos humanos y son nefastas y discriminatorias para las mujeres, y en esa medida no son dignas de respeto. El mundo avanza y las sociedades van desprendiéndose de las rémoras.

2º Mahayuba no es la única víctima de situaciones como ésta. Este caso debe servir para un debate reflexivo y serio, al menos entre los saharauis, acerca de los derechos de las mujeres en nuestra sociedad. No se puede seguir pretendiendo tapar el cielo con un dedo. Hay un vacío legal muy importante, empezando por la definición de la mayoría de edad y sus implicaciones. Ahora mismo solo está claro en cuanto al derecho al voto. Para llenar este vacío normativo se recurre permanentemente a la sharia. Mientras el Polisario proyecta en los foros de la solidaridad una imagen de modernidad y moderación en aspectos tan sensibles para nosotras como son nuestros derechos como mujeres.

3º  La decisión de la Diputación de Valencia de suspender la ayuda  a la población refugiada saharaui, que administra como contraparte el gobierno de la RASD, “ya que no tratan con ningún Estado que no respeta los Derechos Humanos” es controvertida y está recibiendo duras críticas, porque aunque se trata de una medida de presión sobre el Polisario tiene su efecto sobre los refugiados saharauis, que en modo alguno son responsables o colaboradores necesarios del presunto delito. Es evidente que una parte importante de la ayuda oficial al desarrollo se rige en España y otros países donantes por prioridades establecidas de acuerdo a criterios políticos. Y aunque resulta inaceptable condicionar la ayuda humanitaria a presiones políticas, cabe esperar de la contraparte, que recibe y administra la ayuda, no solo transparencia y rendición de cuentas, sino también  la lógica y leal colaboración en los problemas que puedan surgir.

4º/ La mayoría de los saharauis que se están pronunciado en las redes sociales en contra de que Mahayuba pueda recuperar su libertad, curiosamente, o no tan curiosamente, están siendo hombres, y todos defienden la costumbres del colectivo saharaui y el interés de la causa por encima de los derechos y libertades individuales. Personalmente, y así lo he expresado en otras ocasiones, creo que las personas deben estar por encima de cualquier causa y que los Estados están al servicio de sus ciudadanos y no al revés. Esto es un asunto de Derechos Humanos, pero también de choque entre dos culturas cada una con sus prioridades, enfoques y matices diferentes acerca de la libertad del individuo.

5º/ Por último, quizás convendría decir que Mahayuba además de tener nacionalidad española, también es saharaui (refugiada) y ciudadana de un Estado (en el exilio). La salida no parece fácil…. pero sobre todo, porque, además, es mujer en una sociedad muy conservadora, con fuertes tradiciones y raíces religiosas (en contra de lo que a veces se piensa) y con un dominio patriarcal absolutamente arraigado. Esta situación implica: que no tiene derecho a ser considerada mayor de edad hasta que se case.. y precisamente éste es el fundamento de su retención. Mahayuba “deshonraría” a la familia si, en el ejercicio de su libertad, decidiese casarse con “cualquiera”… Por desgracia a muchas familias es lo único que les preocupa. Las mujeres son el espejo del honor familiar, y sobre ellas recae con rigor el peso de la tradición y de la religión. Pero Mahayuba ya es una mujer que ha sabido salir adelante entre los Campamentos y España, que ha acabado unos estudios universitarios con las mejores notas y que ya está haciendo su vida trabajando en Inglaterra. No se puede pretender  cortarle las alas por respeto a una tradición mas que cuestionable.



Lehdía Mohamed Dafa

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