Muchos saharauis, como otros ciudadanos de la aldea global,
no paran de expresar sus opiniones y bromas sobre Donald Trump y su triunfo en
las elecciones a la Presidencia de los EEUU. Un primer balance de sus comentarios
en las redes sociales sería el entusiasmo con que celebran la derrota de la
candidata demócrata Hillary Clinton, dado el apoyo que siempre brindó al
monarca marroquí.
Los saharauis, casi sin distinción, incluido el difunto
presidente Mohamed Abdelaziz, recibimos con alborozo y esperanzas la llegada de
Obama a la Casa Blanca, creímos que un presidente como Obama, afroamericano y
musulmán en su juventud, era nuestra oportunidad para encontrar una solución al
conflicto que respetase nuestros derechos. Poco a poco nuestras esperanzas se
fueron desvaneciendo, el proceso de negociaciones siguió estancado y fuimos
constatando como las razones de Estado se acaban imponiendo a la biografía y
personalidad de un presidente, incluso en el caso de Obama. Y todo ello sin contar la indignación que producían noticias
como que la Casa Real marroquí había “donado” 12 millones (28 según otras fuentes) de dólares a la
Fundación Clinton, ¿pago por servicios inconfesables? ¿Como no iban a alegrarse
los saharauis de la derrota de la ex Secretaria de Estado de Obama?.
Pero, ¿y Trump? ¿Qué sentimientos albergar ante la victoria
de Trump? ¿Cómo puede ser para nuestra causa?
La respuesta a estas preguntas
revela una cierta confusión por parte de los saharauis que están expresando sus
opiniones. Van desde los que se suman al carro de los insultos por el declarado
anti-islamismo del nuevo Presidente, a los que muestran un tibio entusiasmo
especulando con los nombres de John Bolton o Newt Gringich como potenciales
Secretarios de Estado. El primero ayudante, en su día, del histórico James
Baker, el enviado especial que mas cerca estuvo de encontrar una solución al
conflicto del Sahara, y el segundo, senador por Tennesse, del que se conocen
sus declaraciones sobre la necesidad de encontrar una solución definitiva al
conflicto. Pero buscar un soplo de esperanza en estas especulaciones o en algún
detalle o información mínima pone en evidencia la extrema vulnerabilidad de
nuestra posición, y que las esperanzas se derivan de la dependencia de la
posición de las grandes potencias y de modo especial de EEUU.
Tampoco faltan las ideas pintorescas, como las de aquellos
saharauis, que empatizan con un personaje “echao pa lante”, machista hasta lo
soez, que desprecia a la clase política en una peligroso deslizamiento o identificación
de ésta con el marco democrático y que alimenta los peores sentimientos hacia
los extranjeros. En cuanto a los que apuestan por el “cuanto peor, mejor” o
creen ver en el ascenso de Trump la etapa terminal del imperialismo y una
oportunidad para sus delirios de asaltar palacios o destruir pentágonos, no
creo que merezcan mayor atención.
Hay una gran coincidencia en que Donald Trump va a soltar
lastre en cuanto a su presencia internacional, lo que pudiera favorecer, en
ausencia del "sheriff", el recrudecimiento de conflictos regionales latentes
como el del Sahara, incluyendo en él la rivalidad de Argelia con Marruecos, o
activos como el de Siria. Por tanto: menos atención, si cabe, a un declarado "conflicto
menor" y mas riesgo de tensiones e inseguridad en la región.
Tampoco se podría descartar dado el carácter imprevisible
del Sr. Trump algún episodio de desentendimiento con la corte de Mohamed VI,
cuya diplomacia cuando se les contraría o se sienten desairados, brilla por su
ausencia.
Todo, menos considerar que este Presidente pueda adoptar una
posición constructiva, seria y comprometida con nuestros derechos como pueblo
para impulsar una solución definitiva o cuando menos duradera, que favorezca la
seguridad y desarrollo del Occidente del Magreb, que no olvidemos es la
frontera sur de España y la UE.
Lehdía Mohamed Dafa
13 noviembre 2016
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