sábado, 28 de octubre de 2017

¿La música, un camino de perdición o vitamina para la salud mental?

Está circulando por las redes sociales árabes la historia de un padre musulmán, que vive en Canadá, que ha pedido al colegio de sus tres hijos que les eximan de las clases de música. El joven padre alega que la música está prohibida en el islam y como “buen musulmán” no puede ir en contra de los preceptos. Parece ser, que por respeto al multiculturalismo su petición ha sido aceptada. Qué lástima, la música es tan importante en la vida…
Estoy realizando una investigación sobre la salud mental en el mundo árabe musulmán y no me sorprende nada esta historia. Sobre el asunto de la música en el islam, las opiniones de los ulemas - como sobre casi todo-  están bastante divididas. Una parte de los clérigos de Al-Azhar y las universidades saudíes afirman que la música es haram (ilícita, pecaminosa) y que por tanto está prohibida, incluso se ha llegado a calificar como alimento para el demonio. Otros, dicen que no es haram si su temática es religiosa, como las conocidas alabanzas al profeta Mahoma (Al-madh) en todo el mundo musulmán, o si es usada con fines terapéuticos (musicoterapia), como la que por el siglo X, el notable médico Avicena utilizaba para la rehabilitación de ciertas patologías mentales. Y por último, hay un grupo que dice: bueno, no hay nada claro al respecto en el Corán y la Sunna y por tanto no se puede decir que esté prohibida.


En el caso de los refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), la música forma parte de la cultura bidán, que junto a la poesía, son expresiones artísticas apreciadas, que tradicionalmente han formado parte de los rituales sociales y celebraciones. Durante los primeros años del exilio, el F. Polisario promocionó estas artes como un instrumento de propaganda, que mantenía alta la moral y permitía divulgar la causa en el extranjero. La música tenía casi como monotema expresiones revolucionarias y de militancia. Destacaron figuras como la recientemente fallecida Mariem Hassan o Umerguia, Ehdedhum, Chueta, Dreibapa, Nayem Alal (el grupo el Luali en general) y, en los últimos años, Aziza Brahim, entre otros. Sin embargo, haciendo un balance, se podría decir que la voz musical del pueblo saharaui en el exilio se ha ido apagando poco a poco, y hasta me atrevería a afirmar, que hoy somos uno de los pueblos con menos cantantes per cápita del mundo. Lamentablemente, una de las razones importantes es que el oficio de músico no ha estado nunca bien visto socialmente. Y además los preceptos religiosos más rigoristas han asociado la música al vicio y la falta de moral.
De momento, nos queda la cantante Aziza Brahim como la voz mas reconocida internacionalmente del pueblo saharaui; “y no pasa nada”, me dijo recientemente un entendido durante una conversación, nos queda también el haul mauritano (una especie de soul que cantan principalmente la tribu llamada Igauen), como vitamina para nuestra salud mental. El haul no sólo canta a la patria y al profeta, también lo hace al amor, a la pasión e incluso a la perdición.
Lehdía Mohamed Dafa 
28 octubre 2017

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