jueves, 7 de junio de 2018

El valor agregado de las personas

por  Abdalahi Salama Machnan

El valor añadido de un trabajo es un elemento extra que surge de un proceso de formación, reciclaje, actualización y experiencia. Es decir, todo lo que un profesional puede añadir a sus servicios con el objetivo de perfeccionarlos y lograr que el empleador y/o consumidor lo escoja. El valor agregado de una persona puede hallarse en una capacidad innata o adquirida, en su inspiración, trato, empatía, conexión o, sencillamente en tener un estilo propio.

Decían antiguamente los escoceses dieciochescos que los economistas, eran filósofos dedicados al estudio de los sentimientos y pasiones morales. La economía es un medio para un fin y no un fin en sí mismo, sin el valor añadido dicha ciencia transmite un vacío de sentimientos y pasiones. «Si no se entiende y se aprecia el valor agregado de las personas basado en todos aquellos atributos, talentos, imaginación, creatividad, inteligencia emocional». Estaríamos ante una de esas cuestiones religiosas que no llegas nunca a comprender, el llamado pecado original.

Recientemente una empresa argelina especializada en el sector de la construcción, publicó en su portal de internet ofertas de trabajo dirigida a los refugiados saharauis. Naturalmente entre sus requisitos exigía titulación en: 
  • Montaje de azulejos.
  • Electricidad, montaje y mantenimiento.
  • Decoración e interiores (yeso y escayola).
Además, los candidatos, debían aportar: certificado profesional de la construcción, experiencia en el sector no inferior a tres años. En contrapartida la empresa ofrece salarios decentes a los trabajadores, alojamiento, cotización a la seguridad social, cobertura de las contingencias comunes y profesionales, el transporte durante el trabajo y la cobertura sanitaria. Habrá un mes de prueba, y quien supera el periodo de prueba, se le extenderá un contrato de trabajo de una duración mínima de cinco años con una cláusula de prórroga. 


La empresa, seguramente no llegará a cubrir del todo las vacantes ofertadas por la carencia de la titulación de los candidatos. Es curioso ver cómo muchos compatriotas ante la actual crisis económica priorizan los contratos temporales y precarios, que invertir este tiempo en una formación sólida y especifica que les reportará un valor agregado de cara al mercado laboral. Las ansias de ganar dinero por la vía express, ya sea a través de una prestación por desempleo, subsidio asistido, renta de inserción o al mercadeo de vehículos; anula la vía del reciclaje, la formación continua y el aprendizaje. El dinero es totalmente secundario; hasta cierto punto es sólo como el marcador en un juego. Es obvio que sin dinero muchas cosas no pueden andar. Por eso la empresa argelina exige un plus de preparación a sus futuros trabajadores, un valor agregado. En los negocios el dinero es como la sangre que fluye por el cuerpo; obviamente si se te acaba la sangre, éste se muere. 

Parece que hemos enterrado la cultura del esfuerzo individual, la superación, estimular la paciencia y vender nuestro valor agregado. El problema radica en nosotros mismos, y debemos hacer una autocrítica sana. Muchos cayeron en un victimismo autocompasivo. Culpan a todo dios de sus males. Culpan al sistema, a la familia, a la crisis. Exigen soluciones a todos menos a ellos mismos. La pérdida de tiempo y la falta de aprovechamiento de oportunidades, pesan como una losa sobre nuestro presente, y, en particular, nuestro futuro y el de las generaciones venideras. El tiempo no se detiene nunca, y se lleva muchas cosas, muchos proyectos, muchos sentimientos. El tiempo tiene vocación de fugitivo. Y no podemos detenerlo. Lo que está hecho, no tiene vuelta atrás. “Los errores no deben ser un problema, se reconocen, se enmiendan, y el marcador vuelve a cero”. 

Tenemos que alentar que haya más dialogo en la sociedad saharaui, atacar frontalmente y sin tapujos las soluciones simplistas para problemas complejos, es muy necesario que se alcen voces que propongan amplitud de miras, que nos ayuden a incentivar y a orientar a nuestros jóvenes, a nuestra clase trabajadora a tener más preparación y formación.

En el futuro habrá más ofertas en el mercado laboral. Los desafíos que se nos presentan, entre otros, necesitan respuestas. ¿Estaremos preparados para responder? ¿Cuál será nuestro valor agregado? 
¡Desarrollarlo y venderlo bien! Si no lo intentamos, se lo pondremos más fácil a aquellos que hayan aprendido a diferenciarse de la competencia.

Pero, a pesar de todo, me parece que vale la pena que hagamos todos, un verdadero ejercicio de reflexión y diálogo sobre nuestros problemas. Hacer pedagogía sobre la economía del bien común y la importancia del valor agregado de las personas, sí lo logramos haremos que la economía vuelva a su esencia: los sentimientos y pasiones morales. La economía busca satisfacer las necesidades humanas con recursos escasos. 

7 junio 2018

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