miércoles, 21 de junio de 2017

Antes de que salgan los demonios

“Lailat Algadar”, según la tradición musulmana, es la noche 27 del mes de Ramadán y es una noche mágica, porque es la noche en la que el profeta Muhammad recibió los primeros versículos del Corán a través del arcángel Gabriel. Es la noche más espiritual y la mejor del año para todos los creyentes.

“Lailat Algadar” cuya traducción literal sería la noche del destino, también es la noche del honor, de la grandeza, de la bondad, de la misericordia…. Durante esta noche única Allah complace los deseos, perdona los pecados y recompensa las buenas acciones de los creyentes, los cuales deben entregarse a lo largo de toda la noche a la oración intensa y a la lectura y recitación del Corán. Y es en esta noche, también del decreto, en la que Allah decide todo lo que pasará en la vida de cada uno durante un año, o sea hasta la misma noche 27 del año próximo; como será la salud o enfermedad, la riqueza o pobreza, la dicha o desdicha y hasta si será el año en el que fallezcamos.

Durante esta noche los ángeles descienden del cielo y ejercen un efecto protector sobre los creyentes. Con su fuerza espantan a Shaitán, Satanás, dejándole sin poder alguno, impotente para hacer el mal.



Sin embargo, los saharauis, hasta no hace mucho, celebraban esta noche según una versión propia muy peculiar…. Recuerdo en mi infancia -en los Campamentos casi sólo había mujeres y niños- que unos días antes nuestras madres ya tenían todo preparado para recibir la noche 27 del Ramadán. Las conversaciones empezaban a adquirir un tono apocalíptico antes de que salieran los demonios, ya que según el imaginario popular durante ésta noche el cielo se abre literalmente y desde allí la tierra es invadida por oleadas de espíritus malignos listos para atacar a cualquiera de la forma más abominable, incluso hasta producirle la muerte. Así, nuestras madres procuraban tener a este ejercito de malvados a raya desde bien temprano. Para espantarles, además de recitar sin parar el poco Corán que sabían, un poco antes de la caída del sol, pasaban a la acción; era el momento clave, antes del cual tres cosas muy importantes tenían que estar resueltas: primero, los niños tenían que estar recogidos y bajo la vigilancia de un adulto, preferiblemente sus propias madres; luego nos untaban una raya de alquitrán, por lo general en la frente, decían que era el mejor antídoto para ahuyentar a los espíritus; también quemaban abundante incienso por toda la jaima, el patio y la cocina; y por último, todos los utensilios, tanto del té como los de la cocina, tenían que estar bien limpios y colocados boca abajo para evitar que fueran “lamidos” y que en ellos permanecieran escondidos estos seres malignos.

Los niños lo pasábamos muy mal, realmente pensábamos que podíamos ser atacados en cualquier momento por uno de estos monstruos que descendían del cielo una vez que el sol se ocultaba. Era frecuente en todas las familias que se produjese algún tipo de alucinación o visiones. Las anécdotas, pesadillas y hechos extraordinarios se contaban al día siguiente. Muchas no se me han olvidado...
Un año, la noche 27 nos pilló en mitad del curso, internos y desvalidos, sin la protección de nuestras madres, ni la del alquitrán, en el Colegio “9 de Junio”. Antes de meterse el sol, al atardecer, de pronto, se empezaron a producir escenas de pánico, que se sucedían una tras otra; gritos y carreras alocadas en busca de algún tipo de protección o refugio en las inmediaciones de los dormitorios de las niñas. Una niña, justo al meterse el sol y un poco antes de que se encendieran las luces, grito aterrorizada que estaba siendo abofeteada brutalmente por una oveja enorme que tenía los ojos pintados de negro. No pudimos pegar ojo en toda la noche.

Poco a poco los saharauis se han ido reconciliando con el significado ortodoxo de la noche 27 del Ramadán. Hoy, ya nadie se acuerda del alquitrán…. Los niños siguen con sus juegos, sin horario ni calendario, protegidos por los ángeles, mientras los mayores se recogen desde temprano para rezar o acuden a la mezquita para hacer sus peticiones a Allah, en paz y tranquilidad; sabiendo que los espíritus malignos, con Satanás a la cabeza, al menos esta noche, tienen las puertas de la Tierra cerradas a cal y canto a su maldad.

Lehdía Mohamed Dafa

21 junio 2017

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