Abdalahi Salama Machnan
Renegando de uno de sus Principios Fundacionales - combatir
sin cuartel al tribalismo y a todas sus manifestaciones-, las políticas
actuales del Polisario promueven un tribalismo medieval que favorece y protege
a los auténticos delincuentes, a los caciques, a los gangsters, a los ladrones
de guante blanco. Y con ello se ensancha la brecha social entre los pobres y
los nuevos narco-ricos. Por eso ahora han lanzado a la palestra mediática, los
datos e imágenes de delincuentes de poca monta; los conejillos de indias. La
carne fácil y débil para el linchamiento social.
Dios me libre de defender a estos delincuentes, pero me urge
más saber porque no se publica nada acerca de los que realmente manejan los
hilos, los que compran voluntades, los que corrompen al sistema y a las
instituciones. Ahhh son los intocables.
Examinemos este insensato canto de sirenas que demuele
igualdad y justicia social: ¿todos somos iguales ante la ley? -sencillamente
No.
Nuestra sociedad, como exiliada de la cordura, sobrevive en
un entorno hostil que algunos sienten temporalmente y otros aturdidos de forma
permanente. Un estado de guerra sin balas donde lo excepcional se ha hecho
norma; donde la adrenalina sustituye a la endorfina; y donde la contaminación
no es solo ambiental, también es social, económica, familiar e institucional.
Destellos correosos entre el gris de la rutina del día a día
en los campamentos. Es una rueda imparable donde lo urgente es el dinero fácil
y exprés, el que ocupa el lugar de lo importante y donde la fama de los
gangsters de la droga ha ido ganando terreno hasta convertir lo que antaño
fueron los campamentos, un tálamo acogedor, seguro y hospitalario, en un lecho
espinoso, peligroso e inseguro.
¿Al final culparán a los pobres de su pobreza?
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