martes, 8 de agosto de 2017

La autodestrucción de una sociedad

Abdalahi Salama Machnan

Renegando de uno de sus Principios Fundacionales - combatir sin cuartel al tribalismo y a todas sus manifestaciones-, las políticas actuales del Polisario promueven un tribalismo medieval que favorece y protege a los auténticos delincuentes, a los caciques, a los gangsters, a los ladrones de guante blanco. Y con ello se ensancha la brecha social entre los pobres y los nuevos narco-ricos. Por eso ahora han lanzado a la palestra mediática, los datos e imágenes de delincuentes de poca monta; los conejillos de indias. La carne fácil y débil para el linchamiento social.


Dios me libre de defender a estos delincuentes, pero me urge más saber porque no se publica nada acerca de los que realmente manejan los hilos, los que compran voluntades, los que corrompen al sistema y a las instituciones. Ahhh son los intocables.
Examinemos este insensato canto de sirenas que demuele igualdad y justicia social: ¿todos somos iguales ante la ley? -sencillamente No.

Nuestra sociedad, como exiliada de la cordura, sobrevive en un entorno hostil que algunos sienten temporalmente y otros aturdidos de forma permanente. Un estado de guerra sin balas donde lo excepcional se ha hecho norma; donde la adrenalina sustituye a la endorfina; y donde la contaminación no es solo ambiental, también es social, económica, familiar e institucional.

Destellos correosos entre el gris de la rutina del día a día en los campamentos. Es una rueda imparable donde lo urgente es el dinero fácil y exprés, el que ocupa el lugar de lo importante y donde la fama de los gangsters de la droga ha ido ganando terreno hasta convertir lo que antaño fueron los campamentos, un tálamo acogedor, seguro y hospitalario, en un lecho espinoso, peligroso e inseguro.


¿Al final culparán a los pobres de su pobreza?

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