Lehdía Mohamed Dafa
Hiroo Onoda fue un oficial del ejército japonés que
permaneció, resistiendo, en la selva filipina hasta 30 años después que la
guerra hubiera acabado. No aceptó la noticia de que su país había capitulado.
Para los japoneses fue un héroe, porque solo se rindió cuando se lo ordenó un
superior, pero para el resto del mundo fue, simplemente, un hombre perdido, y
tan desdichado como desinformado.
No estoy segura que, a estas alturas, todos los saharauis se
hayan enterado de que la Guerra Fría acabó. Y que hoy, en el escenario mundial,
hay nuevos actores y unas interrelaciones y procesos de globalización
impensables en los años setenta. Años en los que se fraguó el ideario y las
estructuras del F. Polisario. Muchos de los movimientos de liberación nacional,
que como el Polisario, fueron los artífices de las luchas anticolonialistas y
antiimperialistas, de clara inspiración socialista, hace años que hicieron
balance, consolidando sus logros o quedando relegados a las páginas de la
historia…
. . . . .
Algunos saharauis estamos siguiendo en las redes sociales
con cierto interés las opiniones y comentarios que está provocando la llamada
Iniciativa Saharaui para el Cambio (ISC). La mayor parte de dichos comentarios
son ataques “ad hominem”, acusaciones de corrupción, estar al servicio de
Marruecos, recuperar cargos o privilegios, etc., etc., etc. Acusaciones que no entran en el fondo de la
cuestión, que a mi juicio, no es otro que: si ha llegado el momento de iniciar
una “glasnost” y reconocer el derecho a la libertad de asociación, consagrado
en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en la Carta Africana de
Derechos Humanos y de los Pueblos.
Los promotores de la Iniciativa han recalcado, desde el
primer momento, que la misma es un intento de abrir un debate en el seno del
Frente Polisario, expresando así su carácter reformista, lo cual no les ha
evitado todo tipo de descalificaciones.
No descarto que haya muchos saharauis que no consideren
importante dotarnos de un sistema político basado en el pluralismo y en la
competencia democrática entre distintas propuestas como el medio más eficaz de
seleccionar élites, de renovar gobiernos, de canalizar el descontento y de
favorecer la formulación de distintas estrategias para conseguir nuestro
objetivo de recuperar el Sahara Occidental. Se dirá que nosotros no tenemos la
necesidad de imitar a Occidente, que tenemos nuestra propia cultura y nuestra forma
de hacer las cosas. Pero lo cierto es que hay una serie de valores y principios
que tienen una bondad universal y uno de ellos es: admitir y tolerar la
existencia de distintas opiniones y gobernarse de acuerdo a la voluntad de la
mayoría. Dicho lo cual, deberíamos empezar a admitir con normalidad que puede
haber vida política extramuros del Frente Polisario, sin que la misma sea una
extensión del majzén. Y ello, sin
menoscabo de la conveniencia de modificar los estatutos para que puedan
crearse, como ocurre en muchos partidos, corrientes o tendencias organizadas
dentro del Frente Polisario.
Es difícil saber cómo pueden evolucionar las cosas y cuál
será el recorrido político de la ISC. Pero conviene tomar algunas precauciones
para que el deseado pluralismo, si es que alguna vez llega a existir, no se vea
pervertido. La tribu, la religión y la pureza de origen, identitaria o
lingüística, nunca pueden ser los ejes de la articulación política. Conviene
dejar meridianamente claro que estas son esferas que deben quedar relegadas al
ámbito personal, privado o familiar.
También contamos con la experiencia de los refugiados
palestinos. La división de la OLP entre Al-Fatah y Hamas ha derivado no solo en
estrategias radicalmente distintas en las negociaciones con Israel y en las
alianzas internacionales, sino lo que es peor, en múltiples episodios de
enfrentamientos armados entre ambas fracciones, que hacen casi imposible
compartir un proyecto común como pueblo o nación.
Los regímenes cerrados, incapaces de integrar la diversidad,
aunque hayan podido ser fruto de una situación de excepcionalidad como el caso
saharaui, tiene graves dificultades para abordar cambios. La sensación de que
cualquier pequeña apertura puede provocar el derrumbe de toda la muralla viene
avalada por la historia de algunos de estos regímenes totalitarios. El caso
paradigmático ha sido la antigua URSS y muchos de los países de su órbita.
Nadie debe pensar que va a ser fácil. Hará falta una clara
voluntad política de abordar los cambios, mucha audacia y honestidad, junto a
la conciencia de una responsabilidad histórica.
. . . . .
Confiemos que no se pueda llegar a decir que los saharauis
somos como Hiroo Onoda, un pueblo perdido en el desierto, que duerme el sueño
eterno, arrullado por los cantos y consignas de estar sosteniendo una causa
justa y noble.
22 diciembre 2017
Interesante reflexión! Ojala tengamos la madurez y la audacia suficiente para acometer el cambio antes de que sea demasiado tarde. En esta vida lo único permanente es el cambio!
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