La historia de la Ayuda Humanitaria siempre ha contado con
una trastienda (ver el libro “El Espejismo humanitario” de Jordi Raich) donde
habitan las mas variadas corruptelas, sobornos, intereses inconfesables y
chanchullos; y no por ello deja de haber poblaciones, que por distintos avatares,
se ven necesitadas de recibirla.
Una parte fundamental de la Ayuda Humanitaria a los Refugiados Saharauis es el suministro de alimentos. Estos, y su financiación,
llegan donados por organismos internacionales como FAO, PAM, ECHO y ACNUR; por
ONGs como Cruz Roja u OXFAM; y por numerosas caravanas organizadas por el movimiento solidari, especialmente el español. Las familias, por su parte, reciben la denominada canasta
básica: farináceos, aceite, azúcar, legumbres, y últimamente algunas verduras y
fruta, que les da aproximadamente para medio mes. Otra parte de los alimentos
enviados, lamentablemente, acaban siendo comercializados tanto en las pequeñas
tiendas de los comerciantes en los Campamentos, como en Tinduf y
Mauritania. Afortunadamente las familias van consiguiendo, y cada vez mas, con
pequeños trabajos, las remesas de los emigrantes, y las ayudas de las familias de acogida, unos mínimos ingresos que les
permiten completar la alimentación y disponer de unos pequeños recursos para
otros gastos corrientes.
En un reciente artículo de Ignacio Cembrero publicado por “El Mundo” se informaba de un próximo debate en la Eurocamara sobre la corrupción de la ayuda donada, a
partir de los datos aportados por el aparcado informe OLAF, sobre el desvío, “fraude
masivo” en el titular, de la ayuda. Y como esta podría verse recortada como
consecuencia de ello.
Es un lugar común, distinguir entre la posición del pueblo
español en relación al conflicto saharaui y la mantenida por sus distintos
gobiernos. Parece de recibo, por tanto, distinguir entre el pueblo saharaui y
el Frente Polisario, por muy legitimo representante que éste pueda ser de aquel. Y
por tanto, cuando se habla de corrupción no conviene golpear en cabeza ajena.
Creo que va siendo necesario poner en marcha algunas
políticas, instrumentos independientes y procedimientos que permitan fiscalizar
y dar transparencia a las cuentas y los activos que la RASD/F. POLISARIO recibe y
administra, si no se quiere que el descrédito moral siga en aumento con graves
consecuencias para la causa y lo que es mas importante para todos y cada uno de
los saharauis. No basta, como pasó hace unos años, con que el Parlamento
Saharaui repruebe a 8 ministros, si estos a renglón seguido no dimiten o son
cesados. Es imprescindible que la justicia saharaui se refuerce y no haga dejación
de sus obligaciones sancionando lo que hasta para el Islam es haram.
Nadie a estas alturas ya se asombra de que en pleno refugio
haya una élite de saharauis adinerados, que todo el mundo conoce. Pero si es
preocupante la forma en las que estas fortunas se han ido fraguando y se siguen
alimentando, porque si estás tiene su origen y fundamento en la existencia de
los Campamentos, la solución del conflicto político nunca llegará.
Lehdía Mohamed Dafa
11 marzo 2015
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