No podía comprender como a pesar de la catástrofe(1) que habían
sufrido su voz sonaba jovial y con una energía renovada.
Habían tenido que refugiarse en la colina porque el agua de
las tormentas se había embalsado, inundando toda la daira. Las paredes
de adobe de la cocina y la sala se habían disuelto como un azucarillo y el
mínimo ajuar de la familia estaba embarrado.
Toda la wilaya había sufrido cuantiosos daños,
cientos de casas derrumbadas, las familias lo habían perdido casi todo y la
ayuda: comida, lonas, mantas, linternas, etc., no llegaba…
Decían que en Dajla la situación era mucho peor, todas las casas se habían derrumbado. En 40 años de refugio en la
hamada argelina los saharauis nunca había sufrido unas inundaciones tan dañinas
como esta.
Por mas que le preguntaba “¿tu qué tal estas?” “¿qué tal mis
hermanas?”, “¿y los niños?”, él solo me hablaba de que en la badía estaba empezando a brotar el pasto, que en unas semanas o meses el Sáhara liberado se convertiría en un paraíso verde (2), rebosante de comida
para los camellos y las cabras. Quería prepararlo todo para partir. Hicimos
planes de irnos juntos a Emheriz o Tifariti, disfrutar de la vida, de las
conversaciones sin tiempo, del té, de la noches estrelladas…
Ahora me emociono y hasta me ha asomado una lágrima; y yo,
también, sólo pienso en el viaje.
Hasta pronto papa.
Hasta pronto papa.
Lehdía Mohamed Dafa
25 octubre 2015
(1) Inundaciones en los Campamentos de Refugiados Saharauis, octubre 2015
(2) Fotos tomadas en diciembre 2015 en la zona de Ergueig, la zona fronteriza con Bir Umgrain en
(Mauritania)
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